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She lives in a fairy tale somewhere too far for us to find, forgotten the taste and smell of the world that she's left behind.

lunes, 8 de octubre de 2012

Max

La noche transcurre sin complicaciones. Una noche de fiesta, alcohol y desenfreno.  La típica de las Fiesta del Pilar para Carol y su grupo de amigas. Son las seis de la mañana y siguen con la misma energía de siempre que tanto las caracteriza. Las siete y media y el ambiente empieza a decaer, pero ahí siguen ellas bailando. Las nueve, es hora de volver a casa. Al contrario que sus amigas, Carol no ha bebido, por lo que le toca coger el coche para regresar a casa. Se muerde sus diminutas uñas pintadas de rojo, está nerviosa, tan solo lleva conduciendo un par de semanas.
-¡A ver novata! Llévanos a casa sanas y salvas, no nos estrelles por el camino que eres muy capaz –chilla Lucía con su voz de pito.
-¡Cállate rubia! –le contesta Carol mirándola por el espejo retrovisor.
-¡Ya sabes que hablo en broma Carol! –y se levanta del asiento trasero para darle un beso en la mejilla.
María, Berta, Lucía y Vico se ríen mucho, demasiado. En un stop Vico se incorpora y pone la radio muy alta. Todas empiezan a cantar Like a virgin de Madonna,  menos Carol que está concentrada en el tráfico de Gran Vía a estas horas de la mañana. Montan mucho escándalo.
Al cabo de un rato Carol suspira, aliviada. Ya las ha dejado a todas en casa. El cansancio ya hace mella en ella, casi se duerme en un semáforo. Todavía tiene un largo camino hasta casa pues vive a las afueras de la ciudad. Mete quinta. Pisa el acelerador fuerte.  Inesperadamente aparece un pastor alemán en mitad de la carretera. Da un volantazo. Su pequeño Mini Cooper de color rojo roza a un Opel Astra azul. Otro volantazo. Una, dos, hasta tres vueltas de campana. El coche destrozado se encuentra tirado en la acequia, boca abajo.
Pasan veinte minutos y llega una ambulancia, también los bomberos. El rescate de la joven es complicado, pues su delgado torso se encuentra atrapado debajo del asiento y la puerta. Al final consiguen sacarla, todavía inconsciente.  Tiene un corte en la frente y otro en el pómulo derecho, por lo que la sangre le recorre toda la cara. Su pelo liso y moreno está ahora enredado y sucio. Se le han roto los vaqueros desteñidos asomándose una profunda brecha, además de tener magulladuras y cristales calvados por todo el cuerpo. Los médicos de la ambulancia no consiguen despertarla. Le abren los parpados y le alumbran con la linterna. Nada. La suben a la ambulancia y la llevan al hospital más cercano. Como si fuera un milagro en un semáforo abre los ojos. Aturdida. Asustada. Cegada por el potente foco que le alumbra la cara, le devuelve la sonrisa al médico que le acompaña. 

Redacción, práctica 2